Trozos
23 JUL – 03 AGO 08
Los antiguos exploradores, al regresar de sus extraordinarios viajes, se enfrentaban a la tarea de transcribir a la audiencia local aquello que habían experimentado. ¿Pero cómo explicas un tigre a quien sólo ha visto un conejo? Si la imaginación se entiende como la capacidad de pensar las cosas que no se conocen, el corta y pega supone la más útil de las herramientas: mujer + pescado = sirena. Ahora, instalados en nuestra vida moderna, la cosa se nos han ido de las manos. Prácticamente todas las actividades que llevamos a cabo en nuestra vida cotidiana han degenerado en collage: la lista de la compra incluye papaya y salmón; mis levis hacen juego con la rebeca que heredaste de tu abuela; y, ay, a golpe de google y wikipedia saco la tesis adelante. Incluso nuestras ciudades tienen el aspecto de un gigante palimpsesto en continua transformación.
La exposición que se presenta en Espacio Menosuno reúne la obra de seis artistas a partir de un punto en común: el hecho artístico como resultado de la acumulación de fragmentos. Trozos explora las posibilidades del collage desde una multitud de perspectivas, ya sea la creación de nuevos significados a partir de la combinación de elementos, como en el caso del trabajo de Jorge Chamorro (La Cáscara Amarga) o el reciclaje del imaginario colectivo que realiza Juan Gil Segovia a través de la asociación de ideas.
En la obra de Eugenio Vega el paisaje contemporáneo intenta ser entendido desde la perspectiva plural que lo compone, mientras que Bongore se acerca a la estratificación de nuestro entorno reflexionando sobre la saturación mediática. Y si bien Andrea Hauer expone una cruda imagen de la mujer, fragmentada por el comercio de su cuerpo, no resulta menos cruda la galería de personajes de identidad recompuesta que presenta Rocío González Clot.
A pesar de la diversidad en la materia prima utilizada, a pesar incluso de la pluralidad de intenciones que tienen sus autores a la hora de yuxtaponer elementos, las obras expuestas comparten una preocupación por entender o recrear la realidad contemporánea. Y es que a estas alturas tenemos tan asimiladas las técnicas del patchwork que nos enseñaron los exploradores, que podemos empezar ya a emplearlas no sólo para imaginar lugares lejanos, sino para comprender el cajón de-sastre en que vivimos. Suma y sigue.
Mauro Fariñas